sábado, 17 de septiembre de 2016

Toronto es un Paraíso comparado con Venezela

Galo Yanez

Archivos adjuntos2:00 (hace 5 horas)
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Estimado amigo Américo:

Un abrazo desde Toronto, Canadá. Como verás, los hijos que están al tanto de todas las noticias de Venezuela nos sacaron de allí antes de lo que habíamos pensado. Así que estamos por estos lados desde Julio, con planes de ir a visitar luego a Natalia en Alemania y regresar a Venezuela en Febrero.

Para nosotros que ya nos estábamos habituando a la falta de todo, llegar aquí y vivir tanta abundancia de bienes nos ha impresionado como nunca. No sucedió así cuando veníamos de una Venezuela donde nunca faltó nada. De todo lo necesario para vivir, lo que es más barato relativamente a los ingresos, son los alimentos. El salario más bajo es 9 dlls/hora para quien limpia una casa o para quien corta la grama del jardín. Así que, con una hora de trabajo esa persona puede comprar tres paquetes de harina Pan elaborada en USA y sólo la compran los venezolanos. Si fuera de consumo masivo costaría 1 dólar; y esa persona podría comprar 9 paquetes con una hora de trabajo. De igual manera, esa persona que tiene el salario más bajo, puede comprar 8 kgs. de excelente arroz con una hora de trabajo. Canadá no produce arroz, pero el libre mercado lo compra de la mejor calidad al mejor precio en el sureste asiático. Un pollo a la braza y 1 kg. de cambur cuestan igual que en Venezuela, pero la calidad es superior. Canadá no produce cambures, lo compran en Centro América, de la mejor calidad y al mejor precio. No le dan los dlls. preferenciales a un general para que compre el arroz, se quede con la mitad de los dlls. e importe un arroz de baja calidad.

Estas gentes no saben lo que tienen. Esa tranquilidad que sentimos al caminar, con los ojos cerrados, por aceras que no tienen el más mínimo desnivel; y seguros de que nadie te va a arrebatar el celular o cualquier otra cosa; seguros de que absolutamente todos los vehículos te van a ceder el cruce de una calle, cuando es tu momento de cruzarla, esta tranquilidad no tiene precio. 

Sinembargo, no podemos ignorar la tragedia venezolana; y, quienes estamos en condiciones de comprender el fondo de todo y sus consecuencias, lo sentimos con mayor dolor y desasociego.

Un afectuoso abrazo.
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